JUAN 2: 2-11

Jn 2:2 Y fue también llamado Jesús y sus discípulos a las bodas. Jn 2:3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: Vino no tienen. Jn 2:4 Y dícele Jesús: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? aun no ha venido mi hora. Jn 2:5 Su madre dice a los que servían: Haced todo lo que os dijere. Jn 2:6 Y estaban allí seis tinajuelas de piedra para agua, conforme a la purificación de los Judíos, que cabían en cada una dos o tres cántaros. Jn 2:7 Díceles Jesús: Henchid estas tinajuelas de agua. E hinchiéronlas hasta arriba. Jn 2:8 Y díceles: Sacad ahora, y presentad al maestresala. Y presentáronle. Jn 2:9 Y como el maestresala gustó el agua hecha vino, que no sabía de dónde era (mas lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua), el maestresala llama al esposo, Jn 2:10 Y dícele: Todo hombre pone primero el buen vino, y cuando están satisfechos, entonces lo que es peor; mas tú has guardado el buen vino hasta ahora. Jn 2:11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en Él.

 

JUAN 4: 1-42

Jn 4:1 DE manera que como Jesús entendió que los Fariseos habían oído que Jesús hacía y bautizaba más discípulos que Juan, Jn 4:2 (Aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), Jn 4:3 Dejó a Judea, y fuése otra vez a Galilea. Jn 4:4 Y era menester que pasase por Samaria. Jn 4:5 Vino, pues, a una ciudad de Samaria que se llamaba Sichâr, junto a la heredad que Jacob dió a José su hijo. Jn 4:6 Y estaba allí la fuente de Jacob. Pues Jesús, cansado del camino, así se sentó a la fuente. Era como la hora de sexta. Jn 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua: y Jesús le dice: Dame de beber. Jn 4:8 (Porque sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.) Jn 4:9 Y la mujer Samaritana le dice: ¿Cómo tú, siendo Judío, me pides a mí de beber, que soy mujer Samaritana? porque los Judíos no se tratan con los Samaritanos. Jn 4:10 Respondió Jesús y díjole: Si conocieses el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber: tú pedirías de Él, y Él te daría agua viva. Jn 4:11 La mujer le dice: Señor, no tienes con qué sacar la, y el pozo es hondo: ¿de dónde, pues, tienes el agua viva? Jn 4:12 ¿Eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dió este pozo, del cual Él bebió, y sus hijos, y sus ganados? Jn 4:13 Respondió Jesús y díjole: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; Jn 4:14 Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en Él una fuente de agua que salte para vida eterna. Jn 4:15 La mujer le dice: Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá a sacar la. Jn 4:16 Jesús le dice: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Jn 4:17 Respondió la mujer, y dijo: No tengo marido. Dícele Jesús: Bien has dicho, No tengo marido; Jn 4:18 Porque cinco maridos has tenido: y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. Jn 4:19 Dícele la mujer: Señor, paréceme que tú eres profeta. Jn 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalem es el lugar donde es necesario adorar. Jn 4:21 Dícele Jesús: Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en Jerusalem adoraréis al Padre. Jn 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos: porque la salud viene de los Judíos. Jn 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que adoren. Jn 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Jn 4:25 Dícele la mujer: Sé que el Mesías ha de venir, el cual se dice el Cristo: cuando Él viniere nos declarará todas las cosas. Jn 4:26 Dícele Jesús: Yo soy, que hablo contigo. Jn 4:27 Y en esto vinieron sus discípulos, y maravilláronse de que hablaba con mujer; mas ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? Jn 4:28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a aquellos hombres: Jn 4:29 Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿si quizás es éste el Cristo? Jn 4:30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a Él. Jn 4:31 Entre tanto los discípulos le rogaban, diciendo: Rabbí, come. Jn 4:32 Y Él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. Jn 4:33 Entonces los discípulos decían el uno al otro: ¿Si le habrá traído alguien de comer? Jn 4:34 Díceles Jesús: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. Jn 4:35 ¿No decís vosotros: Aun hay cuatro meses hasta que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad las regiones, porque ya están blancas para la siega. Jn 4:36 Y el que siega, recibe salario, y allega fruto para vida eterna; para que el que siembra también goce, y el que siega. Jn 4:37 Porque en esto es el dicho verdadero: Que uno es el que siembra, y otro es el que siega. Jn 4:38 Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis: otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores. Jn 4:39 Y muchos de los Samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por la palabra de la mujer, que daba testimonio, diciendo: Que me dijo todo lo que he hecho. Jn 4:40 Viniendo pues los Samaritanos a Él, rogáronle que se quedase allí: y se quedó allí dos días. Jn 4:41 Y creyeron muchos más por la palabra de Él. Jn 4:42 Y decían a la mujer: Ya no creemos por tu dicho; porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.

 

JUAN 6: 16-21

Jn 6:16 Y como se hizo tarde, descendieron sus discípulos a la mar; Jn 6:17 Y entrando en un barco, venían de la otra parte de la mar hacia Capernaum. Y era ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos. Jn 6:18 Y levantábase la mar con un gran viento que soplaba. Jn 6:19 Y como hubieron navegado como veinticinco o treinta estadios, ven a Jesús que andaba sobre la mar, y se acercaba al barco: y tuvieron miedo. Jn 6:20 Mas Él les dijo: Yo soy; no tengáis miedo. Jn 6:21 Ellos entonces gustaron recibirle en el barco: y luego el barco llegó a la tierra donde iban.

 

JUAN 8: 1-11

Jn 8:1 Y JESÚS se fue al monte de las Olivas. Jn 8:2 Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a Él: y sentado Él, los enseñaba. Jn 8:3 Entonces los escribas y los Fariseos le traen una mujer tomada en adulterio; y poniéndola en medio, Jn 8:4 Dícenle: Maestro, esta mujer ha sido tomada en el mismo hecho, adulterando; Jn 8:5 Y en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales: tú pues, ¿qué dices? Jn 8:6 Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Empero Jesús, inclinado hacia abajo, escribía en tierra con el dedo. Jn 8:7 Y como perseverasen preguntándole, enderezóse, y díjoles: El que de vosotros esté sin pecado, arroje contra ella la piedra el primero. Jn 8:8 Y volviéndose a inclinar hacia abajo, escribía en tierra. Jn 8:9 Oyendo, pues, ellos, redargüidos de la conciencia, salíanse uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros: y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Jn 8:10 Y enderezándose Jesús, y no viendo a nadie más que a la mujer, díjole: ¿Mujer, dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado? Jn 8:11 Y ella dijo: Señor, ninguno. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno: vete, y no peques más.

 

JUAN 11: 1-53

Jn 11:1 ESTABA entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Bethania, la aldea de María y de Marta su hermana. Jn 11:2 (Y María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era la que ungió al Señor con ungüento, y limpió sus pies con sus cabellos) Jn 11:3 Enviaron, pues, sus hermanas a Él, diciendo: Señor, he aquí, el que amas está enfermo. Jn 11:4 Y oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, mas por gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Jn 11:5 Y amaba Jesús a Marta, y a su hermana, y a Lázaro. Jn 11:6 Como oyó pues que estaba enfermo, quedóse aún dos días en aquel lugar donde estaba. Jn 11:7 Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez. Jn 11:8 Dícenle los discípulos: Rabbí, ahora procuraban los Judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? Jn 11:9 Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anduviere de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo. Jn 11:10 Mas el que anduviere de noche, tropieza, porque no hay luz en Él. Jn 11:11 Dicho esto, díceles después: Lázaro nuestro amigo duerme; mas voy a despertarle del sueño. Jn 11:12 Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, salvo estará. Jn 11:13 Mas esto decía Jesús de la muerte de Él: y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. Jn 11:14 Entonces, pues, Jesús les dijo claramente: Lázaro es muerto; Jn 11:15 Y huélgome por vosotros, que yo no haya estado allí, para que creáis: mas vamos a Él. Jn 11:16 Dijo entonces Tomás, el que se dice el Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con Él. Jn 11:17 Vino pues Jesús, y halló que había ya cuatro días que estaba en el sepulcro. Jn 11:18 Y Bethania estaba cerca de Jerusalem, como quince estadios; Jn 11:19 Y muchos de los Judíos habían venido a Marta y a María, a consolarlas de su hermano. Jn 11:20 Entonces Marta, como oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; mas María se estuvo en casa. Jn 11:21 Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no fuera muerto; Jn 11:22 Mas también sé ahora, que todo lo que pidieres de Dios, te dará Dios. Jn 11:23 Dícele Jesús: Resucitará tu hermano. Jn 11:24 Marta le dice: Yo sé que resucitará en la resurrección en el día postrero. Jn 11:25 Dícele Jesús: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Jn 11:26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Jn 11:27 Dícele: Sí Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo. Jn 11:28 Y esto dicho, fuése, y llamó en secreto a María su hermana, diciendo: El Maestro está aquí y te llama. Jn 11:29 Ella, como lo oyó, levántase prestamente y viene a Él. Jn 11:30 (Que aun no había llegado Jesús a la aldea, mas estaba en aquel lugar donde Marta le había encontrado.) Jn 11:31 Entonces los Judíos que estaban en casa con ella, y la consolaban, como vieron que María se había levantado prestamente, y había salido, siguiéronla, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí. Jn 11:32 Mas María, como vino donde estaba Jesús, viéndole, derribóse a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, no fuera muerto mi hermano. Jn 11:33 Jesús entonces, como la vió llorando, y a los Judíos que habían venido juntamente con ella llorando, se conmovió en espíritu, y turbóse, Jn 11:34 Y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Dícenle: Señor, ven, y ve. Jn 11:35 Y lloró Jesús. Jn 11:36 Dijeron entonces los Judíos: Mirad cómo le amaba. Jn 11:37 Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste que abrió los ojos al ciego, hacer que éste no muriera? Jn 11:38 Y Jesús, conmoviéndose otra vez en sí mismo, vino al sepulcro. Era una cueva, la cual tenía una piedra encima. Jn 11:39 Dice Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que se había muerto, le dice: Señor, hiede ya, que es de cuatro días. Jn 11:40 Jesús le dice: ¿No te he dicho que, si creyeres, verás la gloria de Dios? Jn 11:41 Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto. Y Jesús, alzando los ojos arriba, dijo: Padre, gracias te doy que me has oído. Jn 11:42 Que yo sabía que siempre me oyes; mas por causa de la compañía que está alrededor, lo dije, para que crean que tú me has enviado. Jn 11:43 Y habiendo dicho estas cosas, clamó a gran voz: Lázaro, ven fuera. Jn 11:44 Y el que había estado muerto, salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario. Díceles Jesús: Desatadle, y dejadle ir. Jn 11:45 Entonces muchos de los Judíos que habían venido a María, y habían visto lo que había hecho Jesús, creyeron en Él. Jn 11:46 Mas algunos de ellos fueron a los Fariseos, y dijéronles lo que Jesús había hecho. Jn 11:47 Entonces los pontífices y los Fariseos juntaron concilio, y decían: ¿Qué hacemos? porque este hombre hace muchas señales. Jn 11:48 Si le dejamos así, todos creerán en Él: y vendrán los Romanos, y quitarán nuestro lugar y la nación. Jn 11:49 Y Caifás, uno de ellos, sumo pontífice de aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; Jn 11:50 Ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación se pierda. Jn 11:51 Mas esto no lo dijo de sí mismo; sino que, como era el sumo pontífice de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación: Jn 11:52 Y no solamente por aquella nación, mas también para que juntase en uno los hijos de Dios que estaban derramados. Jn 11:53 Así que, desde aquel día consultaban juntos de matarle.

 

 

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